Un Mundo en Construcción

Desnudando al The New York Times

Sergio Rodríguez Gelfenstein

La crítica a los medios de comunicación hegemónicos y su papel en la desinformación. El análisis del New York Times y su rol en la guerra psicológica contra Venezuela.

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Hace muchos años opté por no leer ni escuchar los medios de comunicación del enemigo. Durante el golpe de Estado contra el Comandante Chávez en abril de 2002 estaba fuera de Venezuela y desde la distancia, pude percibir la manera como las transnacionales de la comunicación “informaron” sobre el hecho. Tomé conciencia de que, lejos de informar, en realidad son aparatos de desinformación y guerra sicológica orientados a sostener el poder y el dominio imperial.

Nunca más los he consultado, salvo cuando debo recurrir a ellos para argumentar una mentira o una información falsa. No los he necesitado para estar bien enterado y sobre todo instruido acerca de la realidad. Respeto a aquellos que dicen que deben leerlos para saber “como piensa el enemigo”. Creo que hay otras formas de hacerlo. Muchos de los que logran “saber como piensa el enemigo” se transforman en propagandistas ciegos del él cuando replican esa misma información sin hacer un análisis crítico.

Ahora, quise saber como informa el New York Times (NYT) sobre el nuevo episodio de guerra sicológica imperial contra Venezuela. Este medio que trasunta de liberal y que por estar cerca del partido demócrata de Estados Unidos tiene contradicciones con la actual administración, no pasa de ser una de las principales herramientas de desinformación del despotismo imperial y ha sido desde siempre, un poderoso instrumento en manos del enemigo para enfrentar a Venezuela. Su manejo de la información trasluce la intención de utilizar elementos de la situación internacional para atacar a Trump y su ejecutoria a partir de una mirada interna de la política.

En estos días, el NYT ha publicado dos artículos sobre el asunto de los barcos en el Caribe. El primero de ellos, el 22 de agosto firmado por los periodistas Charlie Savage, Helene Cooper y Eric Schmitt, pontifican desde Washington un análisis sobre Venezuela y la situación de los barcos bajo el título en forma interrogativa: “¿El gobierno de Trump se está preparando para una confrontación militar con Venezuela?”.

El escrito comienza reconociendo que es el gobierno de Estados Unidos el que “está intensificando las tensiones con Venezuela y su presidente, Nicolás Maduro” con el aparente objetivo de crear “condiciones que podrían desencadenar un enfrentamiento militar”. Para hacer esta afirmación, argumentan la “acumulación importante de fuerzas navales estadounidenses”, sin presentar ninguna prueba de ello. Se hacen eco de la agencia británica Reuters que es la que ha echado a correr esta noticia.  Al no presentar pruebas mientras dan a conocer una operación bélica terrorista, ocultan la “otra operación”, la de carácter sicológico, también terrorista que se ha propuesto mantener a Venezuela y a toda América Latina en vilo desde hace más de una semana.

Los propios periodistas afirman que esta movilización está amparada en una directiva secreta del presidente Trump “en la que daba instrucciones al Pentágono para que utilizara la fuerza militar contra algunos cárteles de la droga en Latinoamérica que su gobierno ha calificado como organizaciones ´terroristas `”.

Los autores del artículo reconocen que el gobierno de Estados Unidos “ha aumentado la retórica beligerante sobre el combate a los cárteles del narcotráfico y ha etiquetado a Maduro como líder de un cártel terrorista” agregando que “esto plantea la duda de si el objetivo final solo es contrarrestar el flujo de embarcaciones que contrabandean drogas o una posible guerra que busca un cambio de régimen”. A todas luces, adelantan una hipótesis que pareciera ser la más probable.

Aunque asoman que esta no es una operación antidrogas, sino un intento de amedrentar a Venezuela y de ser posible, invadirla, no lo aseguran. No obstante, acciones previas, realizadas por Washington desde hace muchos años permiten aseverar que Estados Unidos no tiene el más mínimo interés de luchar contra las drogas, Muchas razones lo avalan:

  1. Estados Unidos nunca ha tenido la intención de eliminar el tráfico de drogas hacia su territorio. No pueden, lo necesitan. Por dos razones fundamentales: la primera es que de esa manera mantienen estupidizada y controlada a la juventud para que no piense ni tenga protagonismo en la transformación de una sociedad que los oprime y aplasta. Y en segundo lugar, porque los grandes recursos que produce el tráfico de estupefacientes circulan por el sistema financiero de Estados Unidos y le sirve de soporte a su economía.
  2. Después del negocio de las armas, de la energía y la industria farmacéutica, el de las drogas ocupa el cuarto lugar e la economía estadounidense. Para regularlo, en 1973 crearon una institución, la Administración de Control de Drogas (DEA) con el objetivo de controlar, organizar y distribuir los estupefacientes, a fin de que el “negocio” no se le salga de las manos. Cuando descubrieron que las conexiones entre el narcotráfico y su sistema financiero, los llevaba a poner en evidencia a los grandes capitales de su país, Washington desistió para siempre de hacerlo. Esa es la razón por la cual, en 1982 cancelaron la operación Greenback que tenía ese objetivo. Su responsable: el jefe de la DEA George Bush quien por sus méritos llegó a ser presidente de su país.
  3. Como lo ha demostrado el periodista mexicano Jorge Esquivel en sus numerosos libros, ninguna administración estadounidense se ha propuesto jamás revisar las redes del narcotráfico al interior de Estados Unidos. Al contrario los cárteles que operan dentro del país lavan dinero, controlan rutas y operan con total impunidad, bajo la mirada cómplice de la DEA y el apoyo de la banca a la que nadie investiga.
  4. El mayor productor y exportador mundial de precursores químicos que transforman la coca en cocaína es Estados Unidos (90% según Servicio Congregacional de Investigaciones de ese país). Nunca han controlado esa industria. Hacerlo en su territorio es mucho más fácil que movilizar buques, aviones, desatar guerras y envenenar con glifosato los campos, selvas y ríos de los países productores. La propia CIA ha reportado que la exportación a América Latina de ácido clorhídrico, permanganato de potasio, acetona, ácido sulfúrico y éter entre otras sustancias, supera en mucho los usos legales de la misma. ¿Por qué no lo controlan?
  5. Según las propias Naciones Unidas, Venezuela no es país productor ni exportador de droga ni a Estados Unidos ni a ningún país. Las cifras están a la vista.
  6. El 87% de las drogas que se exportan desde Sudamérica a Estados Unidos lo hace por las rutas del Océano Pacífico, solo el 5% por el Caribe.
  7. En este caso, los propios periodistas del New York Times afirman que: ”Los buques de guerra de la Armada atacarán barcos operados por cárteles de la droga que transportan fentanilo a Estados Unidos, […] pero no han dicho cómo lo harán”.

Las aseveraciones del New York Times entrañan varias cosas que es necesario enumerar:

  1. La creación de condiciones para un enfrentamiento militar contra Venezuela es algo que todos los presidentes de Estados Unidos han evaluado en los últimos 26 años. Hay que recordar que ya en 2002 organizaron un golpe de Estado contra el presidente Chávez. A partir de entonces han utilizado un arsenal de instrumentos, a saber: intentos de golpe de Estado, invención de un presidente y creación de un gobierno artificial, invasión por vía marítima, invasión por vía terrestre, alianza de la oposición con grupos paramilitares y narcotraficantes colombianos, alianza de la oposición con grupos de la delincuencia organizada en el interior del país, sabotaje a la economía, acciones terroristas contra instalaciones eléctricas y petroleras, intento de asesinato del presidente Maduro, intento de fracturar las fuerzas armadas, creación de una organización internacional (Grupo de Lima) para derrocar a un gobierno (única vez en la historia que se crea una organización internacional  con fines terroristas) sabotajes a las elecciones, bloqueo a la compra de alimentos y medicamentos, sanciones a la industria petrolera….y podríamos seguir contando. Esto no lo inventó ni Trump ni Marco Rubio, es propio de la actuación imperial de Estados Unidos desde que existe como nación independiente.
  2. El NYT se hace eco de la acusación de que el gobierno de Venezuela funciona como un cártel de la droga, sin embargo jamás han podido presentar prueba alguna al respecto.
  3. La respuesta de la Secretaria de Prensa de la Casa Blanca, Karoline Leavitt, a la pregunta sobre los movimientos navales y sobre si su gobierno estaba considerando la posibilidad de enviar fuerzas al territorio de Venezuela fue difusa. Respondió calificando a Maduro de ilegítimo como si esa categoría la puede dar Washington universalmente.
  4. El Pentágono, institución responsable de la operación declinó hacer comentarios públicos sobre los detalles del despliegue.
  5. El propio Marco Rubio aludió al tema, también en forma difusa pero no desde su X institucional, sino del personal.

En resumen, ni la Casa Blanca, ni el Departamento de Estado y tampoco el Departamento de Defensa han dicho nada concreto sobre el tema ¿Es tan secreto que no se pueden referir al mismo? O ¿es un gigantesco bluff con el objetivo de generar presión y debilitar a Venezuela a través de siniestras operaciones sicológicas solo para alimentar el odio sicopático de Marco Rubio?

Resulta que los super barcos ultra modernos de la armada estadounidense que huyeron desvergonzadamente del mar Rojo tras los ataques yemeníes, ahora huyen del huracán Erin presente en el Caribe. Con el objetivo de mantener la situación de tensión ya se han hecho tres anuncios sobre la llegada de los barcos, la primera el pasado 14 de agosto, la segunda el 18 y la última ayer 25. Vale aclarar que la segunda es el “came back” tras huir de Erin. Las evidencias demuestran que los “invencibles” marines de Estados Unidos solo pueden combatir en condiciones óptimas. Si los atacan, como en el mar Rojo, huyen y si hay un huracán, también lo hacen… y mejor no hablar de Vietnam y Afganistán. Si se trata de huidas, esas han sido verdaderamente monumentales.

Los periodistas del New York Times, con evidente intención de provocar pánico se desbocan mostrando el poderoso armamento que poseen esos barcos pero citan a un funcionario del Pentágono que dice que desplegar destructores y submarinos portadores de misiles tierra-aire que “pueden realizar combates antiaéreos y antisubmarinos, y derribar misiles balísticos” […] de los cárteles de la droga, sería como “llevar un obús a una pelea de navajas”.

A continuación el artículo se introduce en una larga diatriba jurídica acerca de la legalidad y validez de las acciones imperialistas de Estados Unidos, señalando que en caso de atacar Venezuela, se podrían poner al margen de la ley. Como si a Estados Unidos, alguna vez le haya preocupado esto. ¿Acaso las deportaciones indiscriminadas son legales? ¿Lo es el apoyo a un genocidio y el suministro de armamento y sostén financiero y logístico al país que lo comete?

 El NYT dice que: “Sigue sin estar claro qué criterios o reglas de enfrentamiento está considerando el gobierno [de Estados Unidos] para cualquier operación que utilice la fuerza armada”, menciona que en fecha reciente han ocurrido acontecimientos que “invitan a hacer comparaciones con las condiciones de provocación que precedieron a dos episodios militares estadounidenses importantes en la segunda mitad del siglo XX. Se refiere a la invasión de Vietnam después del falso incidente del golfo de Tonkín y la invasión a Panamá en 1989.

Le recuerdo a los periodistas del NYT otros casos en lo que Estados Unidos recurrió a mentiras o evitó tomar medidas que impidieran hechos bélicos o terroristas con el objetivo claro de atacar otros países o tener la “justificación” para hacerlo : la explosión del Acorazado Maine en la Bahía de la Habana en 1898, la invasión de Filipinas ese mismo año, el ataque a Pearl Harbor en 1941 que no evitaron pudiendo hacerlo solo a fin de tener la justificación para entrar en la segunda guerra mundial , la invasión a Granada en 1983, la invasión a Irak en 2003 tras el “frasquito” que el general Colin Powell mostró en la ONU  y la invasión a Libia después de crear un escenario falso de supuestas acciones del líder Gadafi contra su pueblo.

Inventar ahora que el gobierno de Venezuela y su presidente están atados al narcotráfico no es extraño, es la forma natural de actuación que ha tenido Estados Unidos en sus 250 años de vida. La mentira está congraciada con su pensamiento y con su régimen. Así, Al Golani era un terrorista por el que pedían 10 millones por su cabeza hasta que decidió subordinarse a Washington para, milagrosamente dejar de ser terrorista. Las decenas de miles de personas asesinados por este sujeto fueron rápidamente olvidadas por Washington, que ahora lo muestra como un adalid de la democracia. La verdad es que poca importancia tienen las caracterizaciones de Washington.

Es tan aberrante la forma de escribir de estos tipos que incluso afirman que: “No está claro el modo en el que el gobierno interpreta la legislación nacional e internacional en lo que respecta al alcance y los límites de su capacidad para utilizar la fuerza contra presuntos miembros de la banda”. Se están refiriendo al Tren de Aragua, una organización delictiva ya eliminada en Venezuela. Es decir, el NYT acepta que la ley es interpretada acorde los intereses del gobierno de turno. 

Continúa el New York Times: “Una cuestión es si quiere que los militares utilicen normas de tiempos de guerra aunque el Congreso no haya autorizado ningún conflicto armado, o simplemente añadir más músculo a las operaciones que aún se rigen por las normas de aplicación de la ley. Los soldados en un campo de batalla pueden matar a combatientes enemigos aunque no sean una amenaza en ese momento. Pero, en cambio, la policía detiene a delincuentes que no suponen ninguna amenaza; matarlos sumariamente sería homicidio”.

En el fondo del asunto, lo verdaderamente real es que -como también lo expone el NYT- la designación que ha hecho Marco Rubio de los cárteles de la droga como grupos “terroristas” permite a Estados Unidos “utilizar otros elementos del poder estadounidense, agencias de inteligencia, el Departamento de Defensa, lo que sea, para atacar a estos grupos”. Es decir, si mañana Marco Rubio decide que Francia es terrorista por declaraciones consideradas “antisemitas” por Washington, París es susceptible de que Estados Unidos utilice “otros elementos del poder estadounidense, agencias de inteligencia, el Departamento de Defensa, lo que sea en su contra”.

No parece serio aceptar que todas estas actuaciones que no solo están al margen del derecho internacional, también del derecho interno de Estados Unidos, sean transmitidas con total complacencia, increíblemente, el NYT necesitó tres sujetos para decir eso. Pareciera que uno solo, no alcanza.

Iba a comentar el segundo artículo del New York Times escrito por la “periodista” Julie Turkewitz reportando desde Bogotá quien sin haber puesto un pie en Venezuela menciona a un tal “Pedro Martínez, de 52 años, conductor en la ciudad de Carabobo, cerca de la costa norte del país”. No pude seguir, si esa juntaletras ni siquiera sabe que Carabobo no es una ciudad sino un estado del país es inútil continuar, me suena falso. Si miente en eso, qué se puede esperar de sus “análisis” políticos. No sé si el tal Pedro Martínez existe, es lo menos importante. Pareciera un artículo escrito por IA. Pero son tan soberbios y prepotentes que suponen que el público está obligado a tragarse sus invenciones y que están autorizados a decir lo que quieren para justificar sus acciones deleznables. Es evidente que esta prensa actúa como un Goebbels de los nuevos tiempos.

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